Las chinas son las mejores. No tengo nada en contra del resto (un portugués, una brasileña, dos rusas y los búlgaros) y tengo el mejor de los conceptos de ellos; pero las chinas son las chinas. Fang Jie y Wangran (Sarah y Jessica para los amigos) me tienen ganado desde el primer momento porque son totalmente diferentes a nosotros. Lo que más me gusta de ellas es esa timidez innata que parece que tienen, porque son súper respetuosas pero cuando te tienen que mandar a la mierda no dudan en hacerlo aunque, eso sí, sin abandonar las buenas formas.
Ellas han sido las últimas en incorporarse al grupo y desde que llegaron, sin quererlo, hay otro rollo en el ambiente. Además, todos los días, de algo pequeño que nos pasa con ellas sacamos una historia y ya tenemos muchas anécdotas que nos dicen mucho de ellas y de su cultura:
1. Nada más llegar, estaban algo sorprendidas porque el proyecto ha comenzado algo después de lo que pensábamos, pero el día que lo empezamos sólo tuvimos una tormenta de ideas que duró poco más de media hora. Después nos fuimos a la playa pero ellas no quisieron venir con la excusa de que estaban cansadas del viaje. Cuando el resto regresamos de la playa tres o cuatro horas después, ellas habían hecho una lista con más cosas que podíamos tener en cuenta para el desarrollo del trabajo. Además, cuando salimos los fines de semana (en los que en principio no tenemos que trabajar) ellas están pendientes del reloj porque necesitan sus pertinentes horas de sueño para estar a tope.
2. El viernes pasado salimos hasta las tantas de la mañana. Primero estuvimos en casa de Simeon tomando algo y después nos fuimos a una discoteca. De camino estuve hablando con ellas y me reconocieron que estaban preocupadas por varios motivos; uno, porque estaban muy cansadas de tanto salir y entrar; dos, que era la primera vez que salían hasta tan tarde (y todavía no habíamos ido a la discoteca) y tres, porque estaban algo expectantes porque no sabían a qué tipo de local las íbamos a llevar. Al final, estuvieron a punto de partirse bailando, dándolo todo.
3. Ayer nos cocinaron comida tradicional china, como la de los restaurantes. Todo buenísimo. Era una verdadera gozada verlas cocinar porque todo lo cortaban con la misma medida, no se excedían nada de nada con el aceite y la sal y el sólo olor de la cocina ya hacía que se te abriera el apetito. Un gustazo y un detallazo. Después de la cena nos regalaron unos llaveros que nos han traído de China, como recuerdo. Otro detallazo.
4. Después de la cena vivimos otro gran momento. El portugués como es un cachondo mental le prometió a las chinas que si cocinaban para él, él les daría a cambio un masaje a cada una de ellas. Total, que terminamos de cenar y mientras una (Jessica) recogía los cacharros, la otra (Sara) desapareció más de una hora. Cuando volvimos a verla, acababa de salir de la ducha y estaba súper preparadísima para su premio. Al portugués le cambió la cara porque era la primera vez que iba a dar un masaje. Después de troncharnos riendo, preparamos una habitación con velas y música chill out y Jose le dio a Sara su premio.
5. Una de las cosas que más nos ha sorprendido es que Sara está comprometida. El día después de salir hasta las tantas estaba un poco triste y yo se lo pregunté y me contestó que su novio (futuro marido) no estaba muy de acuerdo con que estuvieran tan lejos el uno del otro. Cuando Sara nos lo contó nos quedamos de piedra porque ella, aunque tiene veintidós años, aparenta catorce o quince. Además, como no explicó mucho más, a nosotros nos sonó a matrimonio concertado de los de antaño, pero no. Después hemos podido saber que es algo muy común comprometerse cuando se empiezan los estudios universitarios para que la boda sea cuando estos se finalicen.
Todo el mundo necesita conocer alguna vez en la vida a un/a chino/a.